La iglesia de Sant Esteve es una buena muestra del románico catalán del s. XI, de la que destaca su cripta. Al su lado, el cementerio modernista de Bernardí Martorell muestra la integración de arquitectura y naturaleza en un ejemplo único en Cataluña.
La documentación menciona diferentes establecimientos religiosos en el término de Olius ya en el siglo X. La iglesia de Sant Esteve, pero, fecha su consagración en el 1079. Parece ser que la parroquia había sido construida por la gente de la zona de manera íntegra. Esta armónica construcción guarda todas las características del primer románico catalán. La iglesia tiene una única nave, con cubierta de bóveda de cañón, reforzada con arcos fajones. Estos tienen su representación exterior a través de los contrafuertes, que riman las paredes laterales del edificio. En el interior, estas paredes laterales se ven reforzadas con una batería de arcos, formas que, además de favorecer el reparto de fuerzas del muro, dan más riqueza a la arquitectura. La iglesia está encabezada por un ábside semicircular con cubierta de cuarto de esfera, y en el exterior presenta muestras decorativas a través de arcos ciegos y lesenas. Tanto la cabecera como el espacio presbiteral está sobreelevado, ya que debajo de este hay una cripta semienterrada. La cripta, que sigue el perfil del cuerpo superior, tiene seis columnas, algunas de las cuales podrían ser reutilizadas de una iglesia anterior. Estas generan tres naves cubiertas con bóveda de arista. El ingreso en la cripta se hace actualmente por unas escaleras centrales, construidas en el siglo XVII, pero en origen se accedía por dos escalinatas laterales de las que todavía queda algún testigo. La advocación de este espacio inferior es a Santa María.