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Tomàs Boix i Soler nació en Solsona a finales del año 1886. Era el hereu de una estirpe de terratenientes de Llobera y pronto manifestó una inquietud artística por la pintura, una afición que se convertirá en su auténtica pasión y que tendrá que esforzarse para compaginarla con sus obligaciones familiares y económicas.
La intransigencia de sus padres le privó de emprender estudios artísticos fuera de Solsona, lo que le llevó a iniciar una formación de tipo autodidacta y a estudiar la maestría de los grandes pintores del momento. Su interés se centró sobre todo en la pintura paisajística y se convirtió en uno de los pioneros en pintar los parajes del Solsonès con caballete.
En 1913 se casó con Pepita Sabat Fabra, una viuda de raíces solsonenes con quien tuvo tres hijas: Pilar, Elena y Pepita. Aparte de sus ocupaciones agrarias, regentó diversos negocios relacionados con el mundo de la automoción: un garage-gasolinera, un servicio de taxis y la línea de transporte regular de Solsona a Basella. Estas actividades las alternó con varias aficiones, como fueron la caza, las antigüedades y la arqueología.
Con la llegada de la República Catalana, Tomàs Boix fue proclamado primer alcalde republicano del Ayuntamiento provisional de Solsona. Posteriormente, con el estallido de la Guerra Civil, tuvo que huir de la ciudad y emboscarse, para acabar siendo encarcelado en la Seu d’Urgell y en Lleida. Con el fin del conflicto bélico, pudo volver a Solsona y retomar sus actividades.
La década de los cuarenta es la de su plenitud artística, durante la cual emprende numerosas campañas por toda Cataluña y exhibe sus obras en un gran número de exposiciones. Obtuvo varios reconocimientos y cultivó la amistad con un gran número de pintores catalanes, a los que invitaba a menudo a alojarse en su casa y a descubrir los parajes más pintorescos del Solsonès. En la tarde del 21 de agosto de 1951, un infarto le causó la muerte repentinamente cuando volvía a Solsona des de su propiedad del Boix de Llobera.
Su fervor artístico ha quedado plasmado en centenares de telas de trazos valientes y colores vibrantes, conservadas mayoritariamente en diversas colecciones particulares. Sus obras y su entusiasmo por los paisajes solsonenses han sido motivo de inspiración para sucesivas generaciones de artistas locales hasta el día de hoy.