La Edad del Hierro (siglos VIII-VI a. C.) es la época en la que se empieza a usar el mineral de hierro en la elaboración de todo tipo de herramientas y utensilios. Las sociedades cada vez se vuelven más complejas y el contacto con grupos de población foráneos aceleró todo este proceso. En nuestro país, el contacto con los pueblos del otro lado de los Pirineos y, más tarde, con los pueblos mediterráneos, como los fenicios, comportó grandes cambios.
La ganadería se diversificó y la agricultura experimentó un gran desarrollo que le permitió empezar a tener un excedente comercializable. Con todo, esos pequeños poblados fueron adoptando cada vez más una forma más urbana y más organizada, fruto de una nueva manera de vivir que justo empezaba.
El contacto con los pueblos procedentes del centro de Europa provocó también un cambio en las prácticas funerarias, con la introducción de un nuevo ritual: la incineración. Los difuntos eran quemados, a menudo con su indumentaria, y los restos que quedaban se ponían dentro de una urna que se enterraba en una fosa, dentro de la cual también se depositaban los ajuares, y, finalmente, se cubría con un túmulo de piedras.